La necesidad del perdón

Reflexiones

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Mi adorada madrecita acaba de cumplir 90 primaveras, es una bendición el tenerla con nosotros llena de salud y hasta bailó en su fiesta. Me encanta platicar con ella y sobretodo aprender de su sabiduría. Yo quiero mucho a mi madre y cada vez que hablo con ella al despedirme le pido la bendición y le digo que la quiero mucho. Fue tan solo hasta hace apenas 5 años que un domingo al despedirme ella me dijo: “yo también te quiero mucho hijo”. Fue una gran sorpresa para mí, no le dije nada a mi madre, pero desde ese día ella aprendió a decirme “te quiero”.Nunca he guardo rencor a mi madrecita por no haberme dicho con palabras que me quiere, pero siempre yo supe que me quería y que siempre ha querido lo mejor para mí. 
Amigo(a) lector, usted que ya está en la tercera etapa de su vida, ¿cómo le fue en su niñez? ¿Si recibió mucho amor? ¿O aún tiene algún dolor que necesita sanar? es necesario de perdonar a todos aquellos que alguna vez nos lastimaron, incluidos los papas, mamá, hermanos, hijos, tíos, o cualquier otra persona que lo haya lastimado durante su vida. Ya no lleve ese rencor en su corazón, esto solamente le causa dolor y hasta enfermedades.
Hoy te pido que dejes ir ese dolor, cierra tus ojos y diles a esas personas que te lastimaron “yo te perdono” lo que me quitaste te lo regalo, hoy yo quiero ser libre. Querido amigo(a) aún más importante que perdonar a los demás es también el aprender a perdonarnos a nosotros mismos, si hoy perdónate por todo lo que has hecho en esta vida, no te arrepientas de no tener lo que quisisteis, ya paso, ya no hay manera de remediar el pasado, ya olvídalo. Vive el resto de tu vida en paz, en armonía con los demás y contigo mismo. Se feliz lo que te queda por vivir, ya que eso será lo único que te lleves de este mundo.
Cuando usted es capaz de “aprender” a perdonar y lo “practica” siente alivio, paz, tranquilidad, felicidad, contentamiento, alegría. ¿Verdad que la diferencia es muy grande? Porque solo con un corazón limpio y puro del odio o rencor podremos enfrentar a nuestro Padre Celestial allá en el cielo.
Por Roberto F Gallegos

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